miércoles, 18 de noviembre de 2009

Comentario: Humboldt

Cosmos. Ensayo de una Descripción Física del Mundo

Consideraciones sobre los diferentes grados de goce que ofrecen el aspecto de la Naturaleza y el estudio de sus leyes

Si se considera el estudio de los fenómenos físicos no en sus relaciones con las necesidades materiales de la vida, sino en su influencia general sobre los progresos intelectuales de la humanidad, el más elevado e importante resultado de esta investigación es el conocimiento de la conexión que existe entre las fuerzas de la Naturaleza y el sentimiento íntimo de su mutua dependencia. La intuición de estas relaciones es la que amplía nuestras perspectivas y ennoblece nuestros goces. Este ensanche de horizontes es resultado de la observación, de la meditación y del espíritu del tiempo en el que se concentran todas las direcciones del pensamiento. La historia revela a todo el que sabe penetrar a través de las capas de los siglos precedentes hasta las raíces profundas de nuestros conocimientos cómo, desde hace miles de años, el género humano ha trabajado por conocer, en las mutaciones incesantemente renovadas, la invariabilidad de las leyes naturales y por conquistar progresivamente una gran parte del mundo físico por la fuerza de la inteligencia. Interrogar los anales de la historia es seguir esta senda misteriosa, sobre la cual la imagen del Cosmos, revelada primitivamente al sentido interior como un vago presentimiento de la armonía y del orden del Universo, se ofrece hoy como fruto de largas y serias observaciones.
A estas dos épocas en la consideración del mundo exterior, al primer destello de la reflexión y al período de civilización avanzada, corresponden dos géneros de goces.



El uno, propio de la sencillez primitiva de las antiguas edades, nace de la percepción del orden expresado por la regular sucesión de los cuerpos celestes y el desarrollo progresivo de la organización; el otro, resulta del exacto conocimiento de los fenómenos. Desde el momento en que el hombre, al interrogar a la Naturaleza, no se limita a la observación, sino que genera fenómenos bajo determinadas condiciones, desde que recoge y registra los hechos para extender su investigación más allá de la corta duración de su existencia, la Filosofía de la Naturaleza se despoja de las formas vagas que desde su origen le caracterizan; adopta un carácter más serio, compulsa el valor de las observaciones, ya no adivina, combina y razona. Las afirmaciones dogmáticas de los siglos anteriores se conservan sólo en las creencias del pueblo y de las clases que, por su falta de ilustración, se aproximan a él, y se perpetúan sobre todo en algunas doctrinas que se cubren con una apariencia mística para ocultar su debilidad. Los lenguajes recargados de expresiones figuradas conservan los rasgos de estas primeras intuiciones. Un reducido número de símbolos, producto de una feliz inspiración en tiempos primitivos, es capaz de ir tomando formas vagas y, mejor interpretados, llegar a incorporarse incluso en el lenguaje científico.
La Naturaleza, considerada por medio de la razón, es decir, sometida en su conjunto a la acción del pensamiento, es la unidad en la diversidad de los fenómenos, la armonía entre las cosas creadas que difieren por su forma, por su constitución y por las fuerzas que las animan; es el Todo animado por un soplo de vida. La consecución más importante de un estudio racional de la Naturaleza es aprehender la unidad y la armonía que existen en esta acumulación de cosas y fuerzas; asumir con el mismo interés tanto los resultados de los descubrimientos de los pasados siglos como lo que se debe a las investigaciones de los tiempos en que se vive y analizar los caracteres de los fenómenos sin sucumbir bajo su masa. Penetrando en los misterios de la Naturaleza, descubriendo sus secretos y dominando por la acción del pensamiento los materiales recogidos mediante la observación, es como el hombre puede mostrarse más digno de su alto destino.
[...]
No se trata en este ensayo de la Física del Mundo de reducir el conjunto de los fenómenos sensibles a un pequeño número de principios abstractos, sin más base que la razón pura. La Física del Mundo que intento exponer no pretende elevarse a las peligrosas abstracciones de una ciencia puramente racional de la Naturaleza; es una Geografía Física unida a la descripción de los espacios celestes y de los cuerpos que se encuentran en dichos espacios. Ajeno a las preocupaciones de la Filosofía puramente especulativa, mi ensayo sobre el Cosmos es una consideración del Universo fundada en un empirismo razonado, es decir, sobre un conjunto de hechos registrados por la ciencia y sometido a la acción de un entendimiento que compara y combina. Sólo dentro de estos límites la obra que he emprendido se entronca con el tipo de trabajos a que he consagrado mi larga trayectoria científica. No me aventuro a entrar en un campo donde no sabría moverme con soltura aunque quizá otros puedan intentarlo con éxito. La unidad que trato de detectar en el desarrollo de los grandes fenómenos del Universo es la que ofrecen las concepciones históricas. Todo cuanto se relacione con individualidades accidentales, con el componente variable de la realidad, tanto se trate de la forma de los seres como de la agrupación de los cuerpos, o de la lucha del hombre con los elementos y de los pueblos con los pueblos, no puede ser deducido sólo con ideas, es decir, racionalmente construido.
Creo que la descripción del Universo y la historia de las sociedades se encuentran en el mismo grado de empirismo, pero, sometiendo los fenómenos físicos y los acontecimientos al trabajo de la inteligencia y remontándose por medio del razonamiento a sus causas, se confirma cada vez más la antigua creencia de que las fuerzas inherentes a la materia y las que rigen el mundo moral ejercen su acción bajo el imperio de una necesidad primordial y según movimientos que se repiten de forma periódica o en intervalos irregulares. Esta necesidad de las cosas, este encadenamiento oculto pero permanente, esta renovación periódica en el desarrollo progresivo de las formas, los fenómenos y los acontecimientos, constituyen la Naturaleza, que obedece a un impulso primario dado. La Física, como su propio nombre indica, se limita a explicar los fenómenos del mundo material por medio de las propiedades de la materia. El último objeto de las ciencias experimentales es, pues, llegar al conocimiento de las leyes y generalizarlas progresivamente. Todo lo que va más allá no es del dominio de la Física del Mundo y pertenece a un género de especulaciones más elevadas.


Cuadros de la Naturaleza
LIBRO I: Estepas y Desiertos

[...] Dejemos las estepas salobres de Asia, las landas de Europa, donde brillan en estío flores rojizas que destilan abundante miel, los desiertos de África, desnudos de toda vegetación, para volver a los Llanos de la América meridional, cuyos principales rasgos he trazado ya. Semejante cuadro no ha de ofrecer al observador otro interés que no sea el que en sí misma tiene la Naturaleza. Ningún oasis recuerda la morada de antiguos pobladores; ni una piedra labrada, ni árbol ninguno que atestigüen la actividad de razas extinguidas. Extraño, por decirlo así, a los destinos de la humanidad y enlazándose solo con el momento que pasa, parece este rincón de tierra un teatro salvaje donde se exhibe libremente la vida de los animales y las plantas.
La estepa se extiende desde la cadena que costea Caracas hasta las selvas de la Guayana, desde las nevadas montañas de Mérida, en cuya pendiente se halla el lago de Natron Urao, objeto de la superstición de los indígenas, hasta el gran delta que forman las bocas del Orinoco. Prolóngase al sudoeste, semejante a un brazo de mar, más allá de las márgenes del Meta y del Vichada, hasta la cuna, aún no explorada, del Guaviaro y el dorso de aquellas montañas que los belicosos españoles, por un juego de su brillante imaginación, llamaban el “páramo de la suma paz”.
Cubre esta estepa un espacio de más de cuarenta y cuatro mil leguas cuadradas. Se la ha representado con frecuencia, por ignorancia de los hechos geográficos, como dilatándose sin interrupción y con igual anchura hasta el estrecho de Magallanes. No se tuvo en cuenta la llanura sembrada de árboles del Amazonas, encerrada al norte y sur por las sabanas del Apur y del río de la Plata. Los Andes de Cochabamba y el grupo del Brasil mandan, por entre la provincia de Chiquitos y el desfiladero de Villabella, algunas montañas aisladas colocadas cara a cara. Una estrecha llanura enlaza las Hylaea del Amazonas con las Pampas de Buenos Aires. Las Pampas tienen triple superficie que los Llanos de Venezuela; es su extensión tan prodigiosa que, limitadas al norte por bosques de palmeras, están luego casi cubiertas, en su parte meridional, de perpetuas nieves. Los tuyus (Struthio rhea), aves parecidas al casobar, son los huéspedes peculiares de las Pampas, pobladas también de colonias de perros vueltos al estado salvaje que habitan juntos en grandes grupos las cavernas subterráneas, y que, acosados con frecuencia por una avidez sanguinaria, se lanzan sobre los hombres, por cuya defensa peleaban en otro tiempo.
Así como la mayor parte de los desiertos del Sahara, los Llanos, esto es, la planicie más septentrional de América del Sur, se hallan situados bajo la zona tórrida. De aquí que cambien de aspecto cada seis meses apareciendo, ora desolados como los mares de arena de Libia, ora transformados en praderas, como gran número de las estepas del Asia Central.
Uno de los resultados de la geografía general que mejor compensa los esfuerzos que cuesta, consiste en enlazar la constitución física de regiones separadas por vastos intervalos, mostrando en algunos rasgos lo que arroja tal comparación. Diversas causas, en parte poco estudiadas hoy, tienden a hacer menos seco y cálido al Nuevo Continente.
La poca anchura de las tierras entrecortadas en todos sentidos en la parte tropical de América del Norte, donde la base líquida de la atmósfera hace subir a las regiones superiores una corriente de aire menos caliente; la extensión longitudinal del continente que se prolonga hasta los dos polos helados; el vasto océano, donde se despliegan sin obstáculo los vientos más frescos de los trópicos; el descenso de las costas orientales; las corrientes de agua fría que, partiendo de la región antártica, se dirigen primero de sudoeste a nordeste estrellándose contra las costas de Chile, bajo el grado 35 de latitud meridional, suben después hacia el norte, a lo largo de las costas de Perú hasta el cabo Pariña y se desvían, por fin, hacia el oeste; el gran número de cadenas de montañas, abundantes en manantiales, cuya cima cubierta de nieve se levanta sobre todas las capas de nubes y que hacen descender corrientes atmosféricas a lo largo de sus vertientes; la multitud y prodigiosa anchura de los ríos que, después de infinitos rodeos, van a buscar siempre para meterse en el mar las costas más lejanas; estepas sin arena, por tanto, menos prontas a caldearse; los bosques que izan la planicie, entrecortada de ríos, próxima al Ecuador; bosques impenetrables que guarecen del sol a la tierra o no dejan, cuando menos, pasar los rayos sin antes tamizarlos a través de su follaje y que, en el interior del país, en los sitios más alejados del mar y de los montes, exhalan y vierten en la atmósfera enormes masas de agua que han aspirado, o aun producido de por sí mediante el acto de la vegetación; todas estas circunstancias aseguran a las tierras bajas del Nuevo Mundo un clima que, por su humedad y frescura, contrasta singularmente con el de África. Ellas no más son las causas de esa savia exuberante y esa vegetación vigorosa, carácter distintivo del continente americano.
Véase, pues, que no se ciñe la ciencia a decir que es el aire más húmedo en una parte que en otra de la Tierra; basta observar el actual estado de cosas para dar la razón de tal desigualdad. El físico puede dispensarse de ocultar bajo mitos geológicos la explicación e semejantes fenómenos. No hay necesidad de suponer que la lucha de los elementos que desgarró el cuerpo primitivo del planeta no se apaciguó simultáneamente en ambos hemisferios o que América, isla pantanosa, poblada de cocodrilos y serpientes, ha salido más tarde que las demás partes del mundo de ese estado caótico en que las aguas se esparcían sobre la superficie de la Tierra.
Cierto que América del Sur ofrece, atendidos su contorno exterior y la dirección de sus costas, una acabada semejanza con la península que en que termina al sudoeste el mundo antiguo. Pero la estructura interior del suelo africano y la situación de este país, con relación a las masas continentales que lo rodean, producen la sequía extremada que en inmensos espacios se opone al desarrollo de la vida orgánica. Las cuatro quintas partes de la América meridional están situadas más allá del Ecuador y, por tanto, en un hemisferio que, en razón de la acumulación de las aguas y por otras muchas causas, es más fresco y más húmedo que el hemisferio septentrional a que pertenece, por el contrario, la parte más considerable de África.
Medidas de este a oeste, las estepas de la América meridional o los Llanos alcanzan una extensión tres veces menor que la de los desiertos de África. Refrescan a los Llanos los vientos de la mar que soplan bajo los trópicos; los desiertos de África, situados sobre el paralelo de Arabia y de la Persia meridional, están en contacto con capas atmosféricas que han atravesado antes regiones caldeadas. El padre de la historia, cuya veracidad ha sido desconocida largo tiempo, Heródoto, guiado solo por el sentimiento que en él despertaba una de las grandes escenas de la Naturaleza, representó todos los desiertos del África septentrional, los de Yemen, de Kerman y de Mekran, que era la Gedrosia de los griegos, hasta el Multan, en la península de la India del lado de acá del Ganges, como un mar único de arenas que se prolongaba sin interrupción de un extremo a otro.
A más del efecto de los vientos calientes, es preciso tener presente en África, o cuanto menos en las partes que de este continente conocemos, la falta de grandes ríos, de elevadas montañas y de bosques que exhalan un vapor acuoso y mantienen la frescura. Solo hay nieves perpetuas en la región occidental del Atlas cuya estrecha cadena, vista de perfil por los antiguos navegantes, les pareció como una columna aislada que se alzaba en los aires para sostener el cielo. Corre hacia el este la cordillera hasta el sitio en que Cartago, la antigua reina de los mares, yace sepultada en sus propias ruinas formando de este modo, a lo largo de las costas, una vasta cadena que servía de trinchera a la antigua Getulia, que detiene los vientos frescos del norte, y con ellos, las nieblas que se levantan del mar Mediterráneo.
[...] Las consideraciones que preceden bastan para explicar cómo, a pesar del parecido de los contornos, presentan África y América del Sur los más señalados contrastes en su clima y en el carácter de su vegetación. Sin embargo, con estar cubiertas las estepas de la América Meridional de una leve capa de tierra vegetal y ser regadas de oleadas periódicas y vestirse, como por encanto, con un rico tapiz de verdor, jamás han podido llamar así a las poblaciones limítrofes y decidirlas a dejar los hermosos valles de Caracas, las orillas del mar y ese mundo de ríos que forma la cuenca del Orinoco para ir a perderse en desiertos desprovistos de árboles y manantiales.

Comentario en formato .doc en la web de la asignatura

3 comentarios:

dani dijo...

“CONSIDERACIONES SOBRE LOS DIFERENTES GRADOS DE GOCE QUE OFRECEN EL ASPECTO DE LA NATURALEZA Y EL ESTUDIO DE SUS LEYES”

IDEA PRINCIPAL
Humboldt reflexiona sobre la manera de estudiar la Naturaleza.
RESUMEN BASICO
El autor en principio realiza una introducción de las inquietudes que han movido a lo largo de la historia a los científicos a realizar su labor para describir dos tipos de goces u objetivos que se marcan las ciencias de la Naturaleza en la etapa pre científica y en la contemporánea de Humboldt. Posteriormente nos relata la aceptación popular de las leyes clásicas y el descarte o aceptación de quien, por medio de una mejor interpretación y de la observación de dichas leyes, trabaja con ellas. Para culminar el texto habla de su obra y de su metodología de trabajo, reflexionando sobre ella.
COMENTARIO CRÍTICO
Humboldt en el texto sí que nos demuestra que entiende por Geografía ya que el mismo denomina su obra como una geografía física, donde un conjunto de hechos registrados se someten a la acción de un entendimiento que compara y combina.
Su objeto de estudio es la física del mundo.
Como hemos indicado su método se basa en entender, comparar y comprender leyes que ya están formuladas, con el objetivo de darlas un carácter empírico.
El lenguaje es claro aunque no utiliza un vocabulario meramente geográfico.
“CUADROS DE LA NATURALEZA LIBRO I: ESTEPAS Y DESIERTOS”
IDEA PRINCIPAL
Describe y analiza las estepas y desiertos del mundo y sus fenómenos físicos, poniendo en relación los de América del Sur y África para una mejor comprensión y para poder llegar a conclusiones generales de estas zonas.
RESUMEN
El texto comienza con la delimitación de los llanos de América del Sur y su descripción poniéndola en relación con los asentamientos humanos para después compararlos con los desiertos y estepas africanas y finalizar hablando de los fenómenos meteorológicos de ambas zonas y el porqué de sus diferencias.
COMENTARIO CRÍTICO
La definición y el método utilizado es el mismo que en el texto anterior. Lo único que difiere el objeto de estudio que en este caso son las estepas y desiertos del mundo. En cuanto al lenguaje añade el concepto de hecho geográfico.
CRITICA PERSONAL
Humboldt es un autor innovador ya que proporciona un método empírico basado en la comparación y en la búsqueda de leyes generales como demuestran ambos textos, pero no le considero padre de la geografía moderna ya que le falta un rasgo fundamental y que de ello no habla como es la relación del ser humano con el medio físico.

Manu dijo...

3.- Alexander Von Humboldt. Cosmos. Ensayo de una Descripción Física del Mundo.

El actual texto se compone de dos partes muy diferenciadas: la primera sobre el goce que ofrece el aspecto de la naturaleza y el estudio de sus leyes, en el que Humboldt establece principios teóricos y metodológicos en relación con el estudio geográfico, y el segundo, sobre las Estepas y Desiertos, un estudio más detallado en el que describe las dinámicas de los espacios áridos, comparando distintas regiones del planeta.

Por tanto, el objeto del texto es doble: marcar los principios de su geografía, y describir una parte de la naturaleza de forma sistémica y global.

Ambas partes tienen en común la ambición científica de su análisis, el empirismo, la explicación de leyes y dinámicas globales al conjunto de la Tierra, las relaciones de causalidad entre los elementos, etc

Todo ello es señal de la importancia que Humboldt tendrá para el avance de la geografía, alcanzando el rango de ciencia en el S.XIX. Lo plantea en la primera parte del texto de una forma bastante explicativa. Se reconoce la impronta del pasado clásico, como primeros destellos de reflexión, pero celebra la llegada de la civilización avanzada, proveniente del método científico, basado en el empirismo y en la observación. Habla por tanto de la importancia del método, de la incorporación del lenguaje científico, de la búsqueda de la esencia y la unidad que permitan inferir leyes universales, y del empirismo como forma de estudiar la Geografía Física. Rechaza profundamente la especulación, ridiculizando las afirmaciones dogmáticas de los siglos anteriores.

Ese esfuerzo de unidad y globalidad, lo contrapone a la necesidad de explicar lo concreto, relacionar lo universal con las individualidades accidentales, haciendo hincapié en que no todo puede ser deducido con ideas, dando una relevancia muy alta al trabajo de campo (aquí se distancia del positivismo radical). No hay que olvidar que sus descripciones están basadas, en buena parte, en sus viajes por el mundo.

Esa forma de afrontar lo concreto enlaza con la segunda parte del texto, que se trata de una aproximación al estudio más concreto de Von Humboldt.

El fragmento elegido es sobre las estepas y desiertos. La metodología es clara: establece el objeto en primer lugar (los Llanos de América Meridional), y termina con un corolario en el que concluye que queda demostrado su enunciado: a pesar del parecido contorno África y América del Sur se diferencia en el clima que condiciona su vegetación.

En su estudio, delimita el área a analizar, y refuta las afirmaciones de otros autores que considera. Realiza una profusa comparación entre América Latina y África (la comparación es una de sus metodologías más valoradas) e infiere las interrelaciones entre el relieve, el clima y la vegetación, que dará como resultado las zonas áridas. Es objetivo a la hora de entender las limitaciones de su estudio: habla de “causas poco estudiadas hoy”, y dentro de ese sentido de evolución de las ciencias, también hace referencia a la historia de la mano de Heródoto.

Por último, explica la mayor concentración en torno al Orinoco de la población, y no en los Llanos, en la mayor riqueza natural que posee, lo que interrelaciona las condiciones naturales, con el ocupamiento del territorio, lo que será una de las esencias de la geografía.

Utiliza un estilo ciertamente poético que enlaza con la influencia que sobre el autor ejerce el romanticismo alemán y su gusto por la estética, incluso por la imaginación, que se percibe a la hora de describir los animales de la Pampa.

Se trata de un acierto el hecho de recoger dos textos, uno con la descripción teórica de sus principios científicos, y otra con su puesta en práctica. Se puede percibir la revolución que supuso para el estudio del territorio y la geografía física, el enfoque de Alexander Von Humboldt.

Cristina Rodríguez dijo...

En este texto podemos observar dos partes claramente diferenciadas: en la primera el autor hace una breve introducción sobre las inquietudes que han movido a los científicos a lo largo la historia para llevar a cabo su labor para posteriormente hablar de su obra y sobre la metodología de la Geografía. En la segunda parte realiza una comparación ente los fenómenos que tienen lugar en las estepas y desiertos de América del Sur y África.
En lo que se refiere al comentario crítico, Humbold entiende a la geografía como la descripción física del mundo.
El método de Humbold se caracteriza por ser comparativo, tal como observamos en la segunda parte del texto y por la incorporación de la perspectiva histórica y del empirismo.
El lenguaje es claro, aunque el la segunda parte del texto, podemos observar cierto estilo poético, influenciado por el movimiento Romántico de la época, Humbold defiende que la ciencia no está reñida con la estética.
En el texto podemos observar una clara intención científica universalista, ya que pretende mostrar leyes generales por las que se regula el mundo y hacer ver cómo a partir del conocimiento de esas leyes se llega a las causas que la unen.
Es un autor fundamental para el avance de la Geografía, de hecho se le considera padre de la Geografía Moderna junto a Ritter ya que hace la Geografía alcance el rango de ciencia.